El Papa, cabeza de la Iglesia.
Es el sucesor del Apóstol Pedro. El Papa actual se llama Francisco. Vive en la Ciudad del Vaticano, en Roma, Italia.
Cuando un Papa muere o decide renunciar al cargo, hay una reunión de cardenales que se llama cónclave, y eligen a otro nuevo.
Cualquier persona católica puede ser elegido Papa, sin embargo si carece del rango episcopal, deberá ser ordenado Obispo inmediatamente tras su elección. El Papa elegido no podrá tener más de 80 años.
Cuando los cardenales han elegido al nuevo Papa, se lo comunican al Pueblo que espera mediante una fumata blanca. Si la fumata es negra quiere decir que no se han puesto totalmente de acuerdo y tienen que hacer una nueva elección.
Los cardenales.
Son los ayudantes y colaboradores del Papa.
Van vestidos de rojo porque deben estar dispuestos a comportarse con fortaleza hasta el derramamiento de la sangre, por el incremento de la fe cristiana, por la paz y la tranquilidad del Pueblo de Dios y por la libertad y difusión de la Santa Iglesia.
Hay más de 180 cardenales que pueden estar en su cargo hasta cumplir los 80 años, pasados los cuales cesarán.
Los obispos.
Jesús eligió a doce apóstoles para que continuaran su misión cuando Él ya no estuviese en este mundo. Los sucesores de los apóstoles son los obispos que ejercen su gobierno pastoral sobre la diócesis que se le asigna.
Los obispos son nombrados por el Papa.
Para que un sacerdote sea elegido obispo tiene que llevar ordenado al menos cinco años, tener un mínimo de 35 años, ser persona piadosa, prudente, virtuosa, de buenas costumbres... y ser doctor, o al menos licenciado, en Sagrada Escritura, Teología o Derecho.
En esta foto tenemos al actual Obispo de Córdoba, D. Demetrio Fernández.
Los sacerdotes.
El sacerdocio es un sacramento instituido por Jesús en la Última Cena.
Cuando estaba reunido con sus apóstoles tomó el pan y el vino para bendecirlos, dar gracias y después consagrarlos en su cuerpo y sangre, al decir las palabras “haced esto en memoria mía”, Cristo quiere prolongar su sacerdocio a través de todos los tiempos mediante unos hombres que Él elige. Estos hombres son los sacerdotes. Ellos colaboran con los obispos en la tarea de cuidar el Pueblo de Dios.
Sacerdotes solamente pueden ser varones porque Jesús cuando eligió sus doce apóstoles, todos eran hombres y los apóstoles eligieron también a hombres para ser sus colaboradores. La Iglesia sigue, hoy día, haciendo lo mismo que Jesús.
Los diáconos.
La función de los diáconos es ayudar y servir a los obispos y sacerdotes.
Un diácono puede bautizar, bendecir matrimonios, asistir a los enfermos, celebrar la liturgia de la Palabra, predicar, evangelizar y catequizar. No puede, a diferencia del sacerdote, celebrar el sacramento de la Eucaristía (misa), confesar o administrar el sacramento de la unción de los enfermos. Con todo lo que puede hacer, su ayuda es invaluable, especialmente en nuestros tiempos en que hacen falta tantas personas que ayuden al sacerdote en todas las labores encomendadas.
Vida consagrada.
Hay personas que quieren seguir de cerca a Cristo y vivir los consejos evangélicos predicados por Jesús. Estas personas consagran su vida al servicio del Reino de Dios.
Los consejos evangélicos son la pobreza, la castidad y la obediencia.
La pobreza es el desprendimiento de todo lo que poseemos para dar mayor gloria a Dios. La castidad es lograr que toda nuestra persona: inteligencia, voluntad, afectos y cuerpo estén dominados por nosotros mismos. Y por último, la obediencia, es el sometimiento de la voluntad propia a la voluntad de Dios, a través de los superiores legítimos, representantes de Cristo para el alma consagrada.
La vida consagrada se puede llevar a cabo de distintas formas: unos viven en sitios apartados y se dedican a la oración y contemplación, otros viven en pueblos o ciudades, realizan su trabajo, pero se consagran a Dios por medio de voto de pobreza, castidad y obediencia.
Los laicos.
A los laicos se les llama también seglares. Son todas las personas que pertenecen a la Iglesia Católica. Por tanto, serán laicos todos los que hayan recibido el sacramento del bautismo. Por medio de él nos hacemos Hijos de Dios y nos convertimos en cristianos.
Los laicos, en su familia, en su trabajo, en su vida diaria, deben destacarse por su comportamiento ejemplar y hacer real el mensaje de Cristo.
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