Había una vez un sacerdote que estaba cruzando unas montañas de noche. Lo detuvieron unos bandidos. El sacerdote dijo:
"Soy un hombre de esta región, no soy peregrino. No llevo ningún dinero, pero podéis quedaros esta ropa si queréis. Os ruego que me perdonéis la vida."
Los bandidos dijeron: "Nuestro trabajo ha sido en vano. No necesitamos ropa." Y se marcharon.
Cuando estaban a cosa de doscientos metros de distancia, el sacerdote volvió atrás, y les dijo: "He quebrantado el mandamiento que prohíbe mentir. Olvidé, en mi confusión, que llevaba una moneda de plata en mi bolsa. Lamento mucho haber dicho que no llevaba nada. Aquí tenéis; tomadla, os lo ruego." Los bandidos de las montañas se quedaron muy impresionados y se hicieron discípulos suyos.
Extraído del libro Hagakure.
ENSEÑANZA: La verdad debe presidir siempre nuestra vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.