domingo, 30 de diciembre de 2012

ORIGEN DE LOS SANTOS INOCENTES

El día 28 de Diciembre recordamos los Santos Inocentes.¿Sabéis en realidad a qué se refiere?
Según el evangelio de San Mateo, cuando reinaba Herodes en Judea, los Reyes Magos iban a Belén para adorar al Niño Jesús. Al enterarse Herodes de lo ocurrido, y temiendo perder su trono, intentó localizar a Jesús para deshacerse de Él. Pidió a los Magos que le informasen de dónde estaba pero ellos no regresaron más a su palacio. Como no lo encontraba ordenó a sus soldados que matasen a todos los niños menores de dos años. José, María y Jesús huyeron a Egipto para que esta orden no les alcanzara y permanecieron allí hasta la muerte de Herodes.
Como este rey vivió durante mucho tiempo pensando que había matado a Jesús, se cree que se originó una tradición de divertirse a costa de engañar a otras personas y de ahí las bromas que se suelen hacer ese día.
Desde entonces, la Iglesia Católica conmemora cada 28 de Diciembre la fiesta de los Santos Inocentes para recordar las crueles muertes infantiles.

CATECISMO DE PEDRO DE GANTE

Pedro de Gante fue un religioso de la orden franciscana, nacido en Bélgica sobre 1479. Marchó a México como misionero donde estuvo alrededor de 50 años, hasta que murió. Entre 1525 y 1528 escribió un catecismo de los más antiguos que existen, para enseñar la doctrina católica. La escritura utilizada se llama ideográfica y está inspirada en manuscritos de la cultura azteca. Emplea unas imágenes esquemáticas, simbólicas y figurativas como medio de comunicación y como apoyo a la expresión oral. Este catecismo tiene 83 páginas y fue encuadernado en piel de carnero. Aún se conserva el original en la Biblioteca Nacional de Madrid.

lunes, 17 de diciembre de 2012

VÍDEO SOBRE EL NACIMIENTO DE JESÚS

Realicemos estas sopas de letras:
Sobre nombres de Navidad
Navidad
Puzzle Nacimiento
Puzzles sobre Navidad
1
2
3
4
5

domingo, 16 de diciembre de 2012

EL NACIMIENTO DE JESÚS

Un año más llega la Navidad, época muy importante para los cristianos porque recordamos el nacimiento de Jesús. Esperemos que nos sirva para extender mensajes de paz y fraternidad en todo el mundo, sea cual sea nuestra raza o religión. En esta y otra entrada os dejo unos cuentos apropiados para esta época. Espero que nos hagan reflexionar un poco.                                    
                                   Historia de la Navidad

Era un 24 de diciembre Maria y José iban camino a Belén, José iba a pie y Maria sentada en un burro.María estaba embarazada y esa noche tendría a su hijo, al que llamaría Jesús.Tiempo atrás el arcángel Gabriel visitó a María y le dijo que en su vientre llevaba al Hijo de Dios. Maria y José buscaron donde dormir esa noche, pero nadie podía alojarlos, estaba todo ocupado.Un señor de buena voluntad les prestó un establo para que pasaran la noche, mientras José juntaba paja para hacerle una cama a María  nació una estrella en el cielo que iluminaba mas que las demás. En el oriente, lejos de Belén estaban tres sabios astrólogos, se llamaban: Baltazar, Melchor y Gaspar. Ellos sabían que el nacimiento de esta estrella significaba que un nuevo rey iba a nacer. Los tres sabios a los que conocemos como Los Tres Reyes Magos fueron guiados por la estrella hasta el pesebre del nuevo rey, Jesús. El nuevo rey ha nacido dijeron los Reyes Magos, y le regalaron a Jesús oro, mirra e incienso.

CUENTOS DE NAVIDAD


 La niña de los fósforos por Hans Christian Andersen
¡Qué frío tan atroz! Caía la nieve, y la noche se venía encima. Era el día de Nochebuena. En medio del frío y de la oscuridad, una pobre niña pasó por la calle con la cabeza y los pies desnuditos.
Tenía, en verdad, zapatos cuando salió de su casa; pero no le habían servido mucho tiempo. Eran unas zapatillas enormes que su madre ya había usado: tan grandes, que la niña las perdió al apresurarse a atravesar la calle para que no la pisasen los carruajes que iban en direcciones opuestas.
La niña caminaba, pues, con los piececitos desnudos, que estaban rojos y azules del frío; llevaba en el delantal, que era muy viejo, algunas docenas de cajas de fósforos y tenía en la mano una de ellas como muestra. Era muy mal día: ningún comprador se había presentado, y, por consiguiente, la niña no había ganado ni un céntimo. Tenía mucha hambre, mucho frío y muy mísero aspecto. ¡Pobre niña! Los copos de nieve se posaban en sus largos cabellos rubios, que le caían en preciosos bucles sobre el cuello; pero no pensaba en sus cabellos. Veía bullir las luces a través de las ventanas; el olor de los asados se percibía por todas partes. Era el día de Nochebuena, y en esta festividad pensaba la infeliz niña.
Se sentó en una plazoleta, y se acurrucó en un rincón entre dos casas. El frío se apoderaba de ella y entumecía sus miembros; pero no se atrevía a presentarse en su casa; volvía con todos los fósforos y sin una sola moneda. Su madrastra la maltrataría, y, además, en su casa hacía también mucho frío. Vivían bajo el tejado y el viento soplaba allí con furia, aunque las mayores aberturas habían sido tapadas con paja y trapos viejos. Sus manecitas estaban casi yertas de frío. ¡Ah! ¡Cuánto placer le causaría calentarse con una cerillita! ¡Si se atreviera a sacar una sola de la caja, a frotarla en la pared y a calentarse los dedos! Sacó una. ¡Rich! ¡Cómo alumbraba y cómo ardía! Despedía una llama clara y caliente como la de una velita cuando la rodeó con su mano. ¡Qué luz tan hermosa! Creía la niña que estaba sentada en una gran chimenea de hierro, adornada con bolas y cubierta con una capa de latón reluciente. ¡Ardía el fuego allí de un modo tan hermoso! ¡Calentaba tan bien!
Pero todo acaba en el mundo. La niña extendió sus piececillos para calentarlos también; más la llama se apagó: ya no le quedaba a la niña en la mano más que un pedacito de cerilla. Frotó otra, que ardió y brilló como la primera; y allí donde la luz cayó sobre la pared, se hizo tan transparente como una gasa. La niña creyó ver una habitación en que la mesa estaba cubierta por un blanco mantel resplandeciente con finas porcelanas, y sobre el cual un pavo asado y relleno de trufas exhalaba un perfume delicioso. ¡Oh sorpresa! ¡Oh felicidad! De pronto tuvo la ilusión de que el ave saltaba de su plato sobre el pavimento con el tenedor y el cuchillo clavados en la pechuga, y rodaba hasta llegar a sus piececitos. Pero la segunda cerilla se apagó, y no vio ante sí más que la pared impenetrable y fría.
Encendió un nuevo fósforo. Creyó entonces verse sentada cerca de un magnífico nacimiento: era más rico y mayor que todos los que había visto en aquellos días en el escaparate de los más ricos comercios. Mil luces ardían en los arbolillos; los pastores y zagalas parecían moverse y sonreír a la niña. Esta, embelesada, levantó entonces las dos manos, y el fósforo se apagó. Todas las luces del nacimiento se elevaron, y comprendió entonces que no eran más que estrellas. Una de ellas pasó trazando una línea de fuego en el cielo.
-Esto quiere decir que alguien ha muerto- pensó la niña; porque su abuelita, que era la única que había sido buena para ella, pero que ya no existía, le había dicho muchas veces: "Cuando cae una estrella, es que un alma sube hasta el trono de Dios".
Todavía frotó la niña otro fósforo en la pared, y creyó ver una gran luz, en medio de la cual estaba su abuela en pie y con un aspecto sublime y radiante.
-¡Abuelita!- gritó la niña-. ¡Llévame contigo! ¡Cuando se apague el fósforo, sé muy bien que ya no te veré más! ¡Desaparecerás como la chimenea de hierro, como el ave asada y como el hermoso nacimiento!
Después se atrevió a frotar el resto de la caja, porque quería conservar la ilusión de que veía a su abuelita, y los fósforos esparcieron una claridad vivísima. Nunca la abuela le había parecido tan grande ni tan hermosa. Cogió a la niña bajo el brazo, y las dos se elevaron en medio de la luz hasta un sitio tan elevado, que allí no hacía frío, ni se sentía hambre, ni tristeza: hasta el trono de Dios.
Cuando llegó el nuevo día seguía sentada la niña entre las dos casas, con las mejillas rojas y la sonrisa en los labios. ¡Muerta, muerta de frío en la Nochebuena! El sol iluminó a aquel tierno ser sentado allí con las cajas de cerillas, de las cuales una había ardido por completo.
-¡Ha querido calentarse la pobrecita!- dijo alguien.
Pero nadie pudo saber las hermosas cosas que había visto, ni en medio de qué resplandor había entrado con su anciana abuela en el reino de los cielos.

  
El Ángel de los Niños


   Cuenta una leyenda que a un angelito que estaba en el cielo, le tocó su turno de nacer como niño y le dijo un día a Dios:
- Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra. ¿Pero, cómo vivir? tan pequeño e indefenso como soy.
- Entre muchos ángeles escogí uno para tí, que te está esperando y que te cuidará.
- Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír, eso basta para ser feliz.
- Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tú sentirás su amor y serás feliz.
-¿Y cómo entender lo que la gente me hable, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?
- Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar y con mucha paciencia y con cariño te enseñará a hablar.
-¿Y qué haré cuando quiera hablar contigo?
- Tu ángel te juntará las manitas te enseñará a orar y podrás hablarme.
- He oído que en la tierra hay hombres malos. ¿Quién me defenderá?
- Tu ángel te defenderá más aún a costa de su propia vida.
- Pero estaré siempre triste porque no te veré más Señor.
- Tu ángel te hablará siempre de mí y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado.
En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo pero ya se oían voces terrestres, y el niño presuroso repetía con lágrimas en sus ojitos sollozando...
-¡Dios mío, si ya me voy dime su nombre!. ¿Cómo se llama mi ángel?
- Su nombre no importa, tu le dirás : MAMÁ.


El regalo de la araña


La vida era tranquila para la araña que vivía en el techo del portal y que sólo tenía que preocuparse de poner su tela en algún sitio nuevo de vez en cuando para cazar su comida. 

Una noche aparecieron, acompañados del dueño, un hombre con una gran barba y una mujer embarazada, parecían muy cansados y se acomodaron como pudieron para pasar la noche. 

Cuando la araña se había quedado medio dormida empezaron a pasar cosas, la mujer dio a luz y el niño debía ser alguien muy especial porque una gran estrella con una cola resplandeciente estaba parada sobre el portal y de todas partes empezó a aparecer gente. Todos llevaban regalos, los del pueblo le llevaban ropa, mantas y toda clase de cosas útiles para un recién nacido, los pastores venían con leche, queso y contando que un ángel les había dicho lo del nacimiento del niño.  Lo mas espectacular fue cuando aparecieron tres reyes venidos de lejanas tierras y que decían haber seguido a la estrella hasta allí, ellos le regalaron oro, incienso y mirra.

La araña estaba triste porque ella no tenía regalo. De pronto noto un gesto de preocupación en la cara de la madre, en una de las paredes había un agujero por el que entraba un chorro de aire frío que le daba al niño, intentó taparlo con un chal pero se resbalaba y el frío seguía entrando. La araña se puso a trabajar e hizo una tela tapando el agujero, sobre esa hizo otra y otra... hasta que no pudo entrar ni el más ligero soplo. La araña se columpió agotada pero contenta, se dio cuenta de que la madre la estaba mirando y le daba las gracias con una sonrisa, La araña supo que también ella había hecho su regalo a ese niño tan especial. 

jueves, 13 de diciembre de 2012

CUENTO: EL SACO DE PLUMAS

Había una vez un hombre que calumnió grandemente a un amigo suyo, todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que este había alcanzado.
Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a ese amigo, y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo:
"Quiero arreglar todo el mal que hice a mi amigo. ¿Cómo puedo hacerlo?",
a lo que el hombre respondió: "Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas y suelta una donde vayas".

El hombre muy contento por aquello tan fácil tomó el saco lleno de plumas y al cabo de un día las había soltado todas.
Volvió donde el sabio y le dijo: "Ya he terminado", a lo que el sabio contestó:
"Esa es la parte más fácil. Ahora debes volver a llenar el saco con las mismas plumas que soltaste.
Sal a la calle y búscalas"
El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso significaba y no pudo juntar casi ninguna.
Al volver, el hombre sabio le dijo:
"Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho. Lo único que puedes hacer es pedirle perdón a tu amigo, pues no hay forma de revertir lo que hiciste".

ENSEÑANZA: Con nuestras mentiras podemos hacer un daño irreparable a las personas.