lunes, 21 de agosto de 2017

EL ÁRBOL FEO

Hace mucho tiempo había un señor muy rico que vivía cerca del desierto. Tenía casas y mansiones pero todas estaban por el desierto. Después de haber hecho tanto dinero, un día dijo que quería algo nuevo. Y empezó a buscar algo diferente, un nuevo estilo de vida. Entonces comenzó a viajar, a ver lugares nuevos. Pasó un tiempo y no
encontraba lo que quería, hasta que un día llegó a un campo muy hermoso donde solamente había dos árboles que eran muy peculiares: muy altos y del tamaño prácticamente de los edificios.

La diferencia de estos dos árboles, a pesar de estar juntos y ser igual de altos, es que uno era muy grueso, frondoso, verdoso, donde no pasaba ni la luz, ni el viento, ni el agua y el otro tenía menos ramas y era un poco más delgado. Su casa la construyó al lado del árbol frondoso, el cual le daba bastante sombra. Un día el señor sale de su casa a disfrutar de la naturaleza y se da cuenta de que el árbol con menos ramas está triste y le pregunta qué le sucedía. El árbol le responde que siempre ha sentido que es muy feo y que no sirve para nada y él vino a reafirmar ese pensamiento, ya que eligió poner su casa al lado del árbol más bonito y frondoso. Pero se sentía mal por él mismo, no porque le tuviese envidia al otro árbol. Era lógico que el señor escogiera al otro árbol, ya que  lo protegía mejor.

El señor le contesta que no vino allí a buscar sombra, y que no sabía lo que estaba diciendo, se estaba equivocando. Él venía del desierto y tenía muchas mansiones y si hubiera querido sombra, se hubiera ido a un sitio donde hubiera cantidad de árboles como su amigo. Le preguntó al árbol que si no había visto el jardín que estaba enfrente de él. El señor era aficionado a los jardines y le cuenta que no está aquí por su amigo, si no por él. No se vino simplemente para tener una casa sino también para tener un bello jardín ya que en el desierto era imposible tener uno. Y gracias al árbol había cumplido su sueño, ya que éste le daba la cantidad correcta de viento, de agua, y de sol para poder mantener su jardín.

- ¡Eres perfecto! Yo estoy aquí por ti, no por tu amigo. Tú me das el ambiente ideal para construir este inmenso jardín. Yo tengo aquí flores muy bellas pero sobretodo muy delicadas. La forma en que tú estás hecho permite que pasen los suficientes rayos de sol para alimentarlas pero no para quemarlas. Tú trasmites la cantidad correcta de agua para hidratar mis flores pero no para ahogarlas.
Y dejas que pase la cantidad correcta de viento. Mis flores necesitan el viento pero no puede ser tan fuerte porque son muy delicadas. Tú estás viendo las virtudes que yo vi en ti, como una desventaja... si tú no estuvieras aquí, yo no hubiera puesto mi casa en este lugar. Mi sueño era tener un bello jardín y, ¡tú me has permitido hacerlo realidad!

viernes, 4 de agosto de 2017

SÍMBOLOS RELIGIOSOS: ARCO IRIS


Un arco iris es un fenómeno óptico que se produce cuando los rayos solares atraviesan las gotas de agua que hay en las nubes y descomponen su luz, mostrando un conjunto de siete colores.
En el libro del Génesis se relata que después del Diluvio universal, Dios habló con Noé y le propuso una alianza o pacto. Nunca más habría un diluvio sobre la tierra pero Noé y sus descendientes debían ser fieles a Dios. En este pacto hubo una señal y fue la aparición en el cielo del arco iris. Significaba la armonía de toda la Creación.
En otras civilizaciones como, por ejemplo, la inca, el arco iris representaba todo su imperio. Cada color era un territorio o grupo social.

miércoles, 2 de agosto de 2017

ANA WANG, CHINA Y MÁRTIR


Nació en el año 1886 en China, al sur de la provincia de Hebei. Sus padres eran cristianos. Cuando contaba 5 años, su madre murió. A la edad de 11 años, su padre la promete en matrimonio aunque ella se opone fuertemente.
Un grupo de personas de su país conocidos como boxers, emprendieron una lucha para expulsar a todos los extranjeros de China. Empezaron persiguiendo a los misioneros cristianos y a todos los seguidores de la doctrina de Jesús.
Entraron un día en su pueblo y a todo aquel que no renunciara a ser cristiano, lo mataban. Cuando le llegó el turno a Ana ella les dijo: "Creo en Dios, soy cristiana y no pienso renegar de Dios". Ante la firmeza de sus palabras, los soldados le quitaron la vida cortándole la cabeza. Ana tenía en aquel entonces 14 años.
El Papa Juan Pablo II la canonizó junto a otros mártires chinos el 1 de octubre del año 2000.