La mayoría de las personas que no nos pueden oir, los sordos, aprenden a leer los labios, por eso cuando les hablemos debemos hacerlo mirándolos a la cara y pronunciando bien.
Estas personas también pueden aprender a comunicarse con sus manos.
En el año 1.593 se publica una obra de fray Melchor Sánchez de Yebra en la que iba incluido el alfabeto manual. Pero nos dice que él no lo inventó. Lo hizo otro fraile al que luego harían santo, San Buenaventura.
En esta imagen podemos ver la correspondencia entre las letras del alfabeto y la posición de las manos. Tratemos de comunicarnos solamente con las manos.
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