Según la tradición, la corona de la Virgen María es el premio y el honor a los actos de su vida. En cada pueblo o ciudad se representa de una forma diferente, pero siempre parecida a la de los reyes o nobles.
En el siglo XV, un monje franciscano tuvo una visión en la que observaba que, en cada oración a María, los ángeles iban tejiendo una corona de rosas que remataba con un lirio blanco, símbolo de la pureza virginal mariana.
El libro del Apocalipsis nos indica que la corona de María tiene 12 estrellas. Las siete primeras simbolizan las alegrías de su vida: la Anunciación, la Visitación, el nacimiento de Jesús, la Adoración de los Reyes Magos, la presentación en el Templo de Jerusalén, la Resurrección de Jesús y la Asunción. Las tres estrellas siguientes son los atributos de María: Madre de Dios, su inmaculada concepción y la perpetua virginidad. Las dos últimas son los títulos primigenios que se le adjudicaron: Reina del Universo y Madre de todos los hombres.
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